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Nace una Coral

El nacimiento de una coral 1979-1980

Por este motivo habían elaborado un modesto programa de temas corales muy sencillos y predominantemente sacros. ¿Porqué no hacer público ese esfuerzo? Ni cortos ni perezosos acudieron al entonces párroco Don Demetrio Pérez Ocaña, que tuvo a bien darnos la alternativa en una misa en un día entre semana.

A fuerza de ser sincero nuestra actuación no fue ni memorable, ni merecería reseña alguna si no fuese por el hecho de que persuadió a don Demetrio de querer formar un coro de profundo calado en la parroquia.

La misa dominical de adultos contaba ya con un reducido coro alrededor de don Felicísimo Güemes Ubierna, coadjutor de la parroquia. Si a todo ello le sumamos los jóvenes de la academia musical, la parroquia disponía de magníficas condiciones para desarrollar el proyecto.

Don Demetrio expuso sus ideas a Carlos y a don Felicísimo, contagiándoles su entusiasmo, y acordaron que el primero asumiría la dirección, con la inestimable ayuda del segundo, que sería su adjunto.

Se realizaron bajo su supervisión, pruebas de selección en dos tandas entre los meses de septiembre y octubre de 1979 con la obtención de un grupo de algo más de 40 voces, deseosas de comenzar los ensayos.

Carlos se encargaría de la instrucción de las voces agudas, sopranos y tenores, y Felicísimo de las graves, contraltos y bajos. Por ese motivo se establecieron tres ensayos a la semana: lunes solo hombres, martes solo mujeres y jueves todos juntos. Con el tiempo se redujeron a dos ensayos, gracias a la creación de la figura del jefe de cuerda.

De las primeras canciones, el coralista tan solo tenía “partichela”, partitura que solo tenía escrita su voz, pero casi enseguida se substituyó por la partitura general con todas las voces que facilitaba su distribución y estudio.

 

Don Demetrio expuso sus ideas a Carlos y a don Felicísimo, contagiándoles su entusiasmo

…obras en su gran mayoría sacadas de la “Antología Coral” de Eduardo Cifre, manual básico de toda coral que comenzase su andadura en aquellos años.

Los primeros esfuerzos musicales iban dirigidos a confeccionar el programa de una misa completa, así como los esbozos de los conciertos de Navidad y Primavera.

Obras sacras como “Alrededor de tu mesa”, “Bendito seas Señor”, “Gloria”, “Señor ten piedad”, “Santo”, todas ellas de Francisco Palazón,  “Dulce Madre” de José María Beovide, “El gran convite” de Johann Maher, y otras de mayor enjundia como “Pan divino gracioso” de Francisco Guerrero, “O sacrum Convivium” de Ludovico Grossi, “Ave Maria” de Tomás Luis de Victoria y de Jakob Arcadelt, o “Regina coeli laetare” de Gregor Aichinger, jalonaron nuestros primeros años.

Hay que sumar los primeros villancicos como “Fuentecilla que corres”, “Ya viene la vieja”, “Dadme albricias” o “Adeste fideles”, y canciones de nuestro folklore como “Eres como la nieve”, “Llevan las sevillanas”, “El baile”, “Límpiate con mi pañuelo” o “Adiós olivarillos”, obras en su gran mayoría sacadas de la “Antología Coral” de Eduardo Cifre, manual básico de toda coral que comenzase su andadura en aquellos años.

El coro daba sus primeros pasos y buscaba alcanzar su definitiva consolidación, pero de como se logró será asunto para el próximo capítulo.